Si habitualmente la gala benéfica del Metropolitan Museum se convierte en el lugar en el que las celebridades ejercen con libertad el más difícil todavía, este año el tema ha puesto en bandeja que las redes sociales enloquezcan: el camp (o sea, el acto de revisitar lo hortera para encontrarle un punto artístico, aquello que de tan malo y ridículo acaba resultando apetecible) fue el código de vestuario para las figuras de la cultura y la sociedad invitadas personalmente por la editora Anna Wintour.
Jared Leto ya podría proclamarse uno de los ganadores (aunque esto no es una competición y no hay premio al más original) del año pasado al presentarse en la gala como una especie de mesías (entonces la temática fue la religión). Este año sabía que tenía que superarse, así que decidió aparecer con una cabeza… aparte de la suya. Vaya, con dos: una sobre sus hombros, otra en su mano. Una especie de gesto entre shakespeariano y terrorífico que no era del todo original: Gucci (que vistió al actor) ya sacó a modelos desfilando con cabezas en otoño de 2018, pero aún así se convirtió en uno de los personajes más comentados de la noche en redes sociales y medios de moda.